Capítulo I
Juan estaba nervioso, él sabía que algo andaba mal con su mujer, como si ella no fuera la misma y no sabía cómo explicar qué sucedía con su esposa. Laura, a sus 25 años, era la encarnación de la belleza y la bondad. Su calidez interior resplandecía a través de su delicada apariencia, haciendo que todos los que la conocían se sintieran atraídos por su serenidad natural. Inteligente y profundamente amable, se dedicaba por completo a su familia, siendo una esposa amorosa para Juan y una madre devota de sus dos pequeños.
Aunque su vida parecía perfecta, había algo distinto en ella. Hacía ya varios días que ella salía pero Juan no sabía a dónde o con quien, era extraño pero estaba convencido de que algo andaba muy mal.
Rápidamente, Laura se sacó el pene que tenía en la boca y empezó a masturbarlo hasta que un chorro de esperma salió disparado cayendo en su cara y en su lengua. Ella lamió el resto de semen que quedó en el pene y gustosamente se lo tragó.
El sujeto que estaba con ella, al parecer un policía; se guardó el pene y le dijo:
—Bien señorita Laura, puede venir desde el miércoles a visitar al reo 4567.
-No sabe lo agradecida que estoy, no tiene idea de los pitos que tuve que chupar para conseguir las visitas con él. Dijo Laura entre risas mientras se limpiaba la boca con un pañuelo.
—Sigo sin saber cómo una mujer tan hermosa como usted quiere tener visitas conyugales con ese asqueroso pervertido. Él es famoso por tratar a las personas como objetos y más aún a las mujeres. Dijo el policía muy extrañado.
—Digamos que es un asunto personal. Laura contestó con voz fría.
Días después, el miércoles por la tarde un guardia de la prisión se aproximó a la celda del prisionero 4567.
—Levántate maldito imbécil, tienes visita. Gritó el guardia.
—¿Yo?- preguntó aquel sujeto extrañado.
—Sí, tú, asqueroso imbécil. Que suerte la tuya. Dirígete a la sala de visitas conyugales ahora mismo.
Iván estaba confundido. Entró a la sala y vio a una hermosa mujer en un sexy uniforme escolar.
—Hasta que por fin te apareces. Dijo Laura. —Papi, me tenías esperando con la pucha empapada.
—Y tú, ¿quién putas eres? Preguntó Iván.
—Soy la putita que vino a hacerte feliz. Papi, Lléname el coñito de leche.
—¿Quién coño te mandó? Replicó Iván notablemente enojado.
—Nadie me mandó. Laura respondió muy seria.
—En realidad vine porque quise y porque, aunque tu no me creas. Yo soy tú.
—¿Qué pendejadas dices? Preguntó Iván confundido.
—Lo que estas escuchando jodido idiota. ¡Yo soy tu!. Respondió Laura con una voz perversa.
—Deja de decir estupideces, dime quién eres o te vas a ganar una buena verguiza.
—Si, por verga es que vengo a verte. Dijo Laura con voz sexy.
—Deja de decir pendejadas. Iván levantó la voz pero Laura lo interrumpió enseguida.
—Mira pendejo, por alguna razón estoy en el cuerpo de esta pinche vieja riquísima y no sabes lo bien que me la he pasado disfrutando de las tetas y de la pucha de ésta puta. Así que te callas y lo disfrutas o me largo. Dijo muy seria.
—Ya déjate de estupideces. Dime quién eres. contestó Iván confundido.
—Pues tú animal, básicamente soy tú pero con tetas. Dijo Laura mientras comenzó a acariciar sus pechos y sus pezones se marcaron por sobre su casi transparente blusa.
— No entiendo de qué putas estás hablando vieja estupida, explícate.
— No te preocupes papi, por el momento no necesitas saber más, además yo sé lo mucho que extrañas ésto.
Laura cambió el tono de su voz, se dio media vuelta y se levantó la falda dejando ver su hermoso trasero.
—Siempre que lo necesites, aquí tienes un coño bien apretado y húmedo en dónde puedes ensartar nuestra verga. Mientras lo dijo, ella se acomodó la tanga e introdujo un dedo en su vagina, dejando escurrir sus fluidos.
—Una pinche puta viene a decir que soy yo y me da su culito para que me lo coja; ésto debe de ser real. Iván se rió irónicamente.
—Inclínate bien, te voy a clavar la verga en el culo hasta que me canse.
—Pues ya te estás tardando, mi culito se siente sólo; ven a rellenarlo de tu lechita papi. respondió Laura con una voz juguetona.
Iván se divirtió tanto como quiso, aún cuándo él fue excesivamente rudo con ella. Laura, lejos de quejarse, gimió escandalosamente de placer múltiples veces.
—Papi, Lléname de leche la cara, ésta putita necesita de tu rico semen. Dijo Laura muy excitada.
—Por supuesto pendeja, para eso estoy. respondió Iván a punto de venirse.
Rápidamente Laura se puso de rodillas y como si suplicara, sacó la lengua y esperó a que Iván la cubriera de semen. Él eyaculó en toda su cara hasta que no pudo más. Laura recogió el semen de su cara y lo llevó hasta su boca, lo saboreó deliciosamente y sin pensarlo se lo tragó. No conforme con eso, se aproximó hasta el pene de Iván y con la lengua limpió los restos de semen que habían quedado goteando en él.
—No había tenido sexo en 20 años, me vaciaste los huevos. Dijo Iván jadeando.
—Cabrón, no sabes cuánto esperé por ésto. Mi puchita se mojaba de sólo pensarlo. Las piernas aún me tiemblan pero, ya me tengo que ir. Dijo Laura exhausta.
—¿Ya? ¿tan pronto? Preguntó Iván.
—Aunque sea déjame tu tanga para recordarte.
Laura recogió su tanga del piso, la frotó en su vagina y se la entregó a Iván.
—Toma cabrón, disfrútala. La verdad es que las he olido tanto que ya me acostumbre, pero sé que tú las vas a disfrutar.
—Puta ¿Te volveré a ver? preguntó Iván.
—Al menos un par de veces por semana papi, debemos compensar todo el tiempo perdido.
—Que bueno que no fui mujer porque sería toda una puta, así como tú. Iván le soltó una nalgada a Laura.
—Pero de las caras. Ella contestó mientras frotó su culo sobre Ivan.
Ambos se rieron.
Laura se cambió de ropa y salió de la cárcel aún con el semen escurriendo de su vagina y de su ano. Pidió un taxi y se subió.
Esta no es la historia de un blog antiguo?
ResponderBorrarSi
Borrar